
Benlliure liberó a la escultura española de los aspectos idealistas que perduraban desde el Romanticismo. Su obra se caracteriza por un sentido narrativo, minucioso y realista. Y esa minuciosidad realista, es lo que le conduce a un excesivo y pictórico detallismo. Se preocupó, además, por captar el movimiento, el aspecto transitorio y dinámico de la vida
En periodo romántico recibe encargos oficiales para embellecer edificios o erigir monumentos conmemorativos. A diferencia de lo que sucede en pintura, la escultura del siglo XIX se caracteriza por la falta de carácter y la desorientación. Es una época de transición, que alterna elementos clasicistas con otros criterios que desembocarán en un nuevo realismo.
La corte deja de ocuparse de la escultura, a Isabel II no le interesa demasiado el arte y se suprimen los pintores de cámara.
A partir de 1845 la Academia deja de dirigir la enseñanza artística y se crea la Escuela de Bellas Artes.
Las Exposiciones Universales sustituirán los premios y pensiones de la Academia.
La escultura española del siglo XIX se corresponde con tres momentos históricos diferentes.
El reinado de Fernando VII coincide con el Neoclasicismo,
el de Isabel II con el Romanticismo y la Restauración alfonsina, coincidiendo en el último tercio de siglo, con las nuevas tendencias realistas o naturalistas.
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